Charco Azul

Pueblo: Patillas

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En la escarpada sierra de Cayey se ubica el "Bosque Estatal de Carite", con un área de aproximadamente 6,600 cuerdas, el cual se expande a lo largo de 4 municipios (Cayey, Guayama, San Lorenzo y Patillas). Dentro de las tierras pertenecientes al municipio de Patillas de éste hermoso bosque estatal, al norte del barrio Mulas, tiene su nacimiento el Rio Grande de Patillas. Comenzando a una altura de 2.263 pies (690 M) sobre el nivel del mar, dicho río fluye unas 9 millas hasta descargar en el Lago Patillas y luego 5 millas más hasta desembocar en el Mar Caribe al sur de Puerto Rico.

Es en el curso de este rio que se ubica Charco Azul, piscina natural con aguas cristalinas de la montaña. Charco Azul toma su nombre del vibrante matiz azul de sus aguas. Es un lugar perfecto para descansar de los ajetreos de la ciudad y disfrutar de las vistas y los sonidos que ofrece la naturaleza. Aledaño se encuentra un área de acampar el cual le permite a los visitantes pasar la noche en un entorno sereno y pasivo. Es un lugar para toda la familia de muy fácil acceso. A solo 10 minutos caminando desde el estacionamiento a la orilla de la Carretera PR-184 en Patillas.

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Desde mi aMbiENTE: Con olor a mangó podrido

Charco El Mangó, Adjuntas

Mientras estaba sentada con mi amiga/conspiradora recibí un fuerte olor a putrefacción que interrumpió de manera abrupta mi eco-terapia. Algunas personas habían dejado una bolsa de basura, que por su olor debía estar llena de las cosas más sucias del mundo, al lado de las rocas del charco. Este olor, visita inesperada y no deseada, me recordó que no todos llevamos lo mínimo a los charcos, como acto de homenaje a la belleza natural, y que no todos aprendimos en la infancia que hay que recoger después de jugar. La bolsa de basura representó para mí la vagancia que a veces aqueja al ser humano - pero no de la buena, como lo es la de dormir hasta tarde los domingos, sino de la que ilustra actitudes egocéntricas, pensamientos ignorantes y conducta desconsiderada. A pesar de este intercambio sensorial no deseado, el mismo me sirvió para reafirmarme en mis valores, que nada tienen que ver con dinero o economía, sino más bien con conservación de la naturaleza y respeto hacia el prójimo.

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